Casa Nacional del Bicentenario
¿Qué miramos, qué escuchamos, qué leemos? / El museo aprende
Parte 1
Parte 2
En el marco de una trayectoria de investigación y creación de largo aliento que llevo adelante bajo el título de “Perder la cara”, y a raíz de una invitación del Palais de Glace en el marco de la experiencia de la muestra "La colección escucha, voces del acervo" y del programa “El museo aprende”, iba a realizar una actividad pública el viernes 27 de abril del 2021 a partir de preguntas tales como “¿se puede entrar a un museo de espalda?”, “¿cómo nos podemos sentir allí, con o para el culo?”, “¿cómo se des-borda lo visual en una muestra?”, “¿qué entra y qué sale de los bordes del campo visual en el habitar una institución?”.
Decidí, frente a la imposibilidad de realizarla por las restricciones sanitarias, ir de todos modos al lugar y estar ahí con quienes sí habitan el espacio aunque fuera desertado por su público. Trazar los apenas huecos que lo imposible rasguña en lo que está en marcha, interrogar las in-visibilidades de una institución cultural de muestras cerrada a su público, deshacer ficciones de lo “vacío” con la potencia mínima de otros relatos, otras voces, otros gestos. ¿Cómo se re-formulan mis preguntas por lo que des-borda nuestro campo visual y nuestra escucha, cuando en un espacio vacío aparecen quienes lo limpian? ¿Qué recorridos y qué voces emergen en un acercamiento sensible con quienes cuidan, ordenan, arreglan, montan, gestionan, conservan un museo?
Abrí durante un día un “gabinete de microficciones somáticas” en el patio de la Manzana de Las Luces. Con cada persona, o en grupo pequeño, exploramos los bordes de lo visual y nos preguntamos por los apoyos y refugios que encuentran nuestras espaldas, haciéndoles, a través de la imaginación, otras pieles animales, dejándonos crecer pelajes, plumas, escamas… De ahí, abrimos una conversación en la que las preguntas iniciales se reformularon por las condiciones de un presente cerrado.
De vuelta de esa experiencia, le propuse a María Landeta meter sus oídos atentos y sus gestos vibratorios en el material de la precaria grabación que hice a modo improvisado ese día con mi celular. Decidimos presentar acá, luego de un ida y vuelta de escuchas y desplazamientos, entre nosotras y con cada persona que allí estuvo, algunos fragmentos sonoros de lo que, ese día, tuvo lugar y sigue resonando.
Marie Bardet
